sábado, 10 de mayo de 2008

El viaje inacabado (recordando a Trino 2ª parte)



Aquel fatídico día nos levantamos tarde, los piscos de la noche anterior todavía nos daban vueltas en la cabeza, y después de dos días de vuelos intensos parecía que nos queríamos dar un pequeño descanso, pero que coño, hemos venido a volar, vamos a volar.

Habíamos quedado con los parapentistas de Antofagasta para ir a volar a Playa Escondida, era fin de semana y nos acompañaron muchos pilotos locales. Después de un buen rato de andar por pistas en medio del desierto llegamos a la ladera de playa escondida, a mi el sitio me encantó. La ladera con una inclinación suave y el despegue en la misma pista donde dejamos los coches. Las condiciones eran muy flojas, apenas el viento levantaba la frágil manga de viento que hicimos con unas bolsas de plástico. Como siempr Trino fue el primero en prepararse para salir a volar y el único que se puso por encima del despegue aunque le costara darse un par de culadas en la ladera. Los demás nos hicimos unos breves descensos, no había otra cosa.

-¡Vámonos al Cerro de la Mina que seguro que allí volamos mejor!, dijeron los pilotos locales. Y eso hicimos recoger los bártulos y a seguir buscando sitios nuevos donde poder volar. Yo me dije para mi mismo, tengo que volver aquí a volar a este sitio, me gusta.

Después de comernos unas empanadas calientes en un parque en el centro de Antofagsta, nos fuimos con prisa al Cerro de la Mina. El día pasaba rápido y todavía no nos habíamos dado un vuelo como Dios manda.


Allí las condiciones también eran muy flojas, así fuimos saliendo, los primeros pincharon, los que nos quedamos los últimos conseguimos engancharnos a la ladera a duras penas. Trino fue de los que pincharon y volvió a subir a volar. Ese día había que currar para no aterrizar antes de tiempo. Después de estar un rato luchando con el aire y con la duna que hay a la derecha del despegue para no quedarme tirado, vi a Trino volando de nuevo. Esta vez estaba en un espolón escarpado donde se formaba una pequeña térmica que te sujetaba, justo el sitio donde unos minutos antes el Alcón había aterrizado a media ladera. Desde mi lejanía vi a cuatro parapentes disputándose esa pequeña ascendencia. Perico el aparejador, el Alcón que despegó de allí mismo, Oliver piloto Chileno, y Trino. Yo me fuí allí por que vi que se mantenían y la duna ya no daba más de sí, y quería seguir volando un rato más.

Cuando llegué a la altura de mis cuatro compañeros les di un grito en forma de saludo, al que me respondieron con alegría de ver que todavía estábamos volando después de las flojas condiciones. Apenas habían pasado unos segundo cuando oí otro grito, esta vez no de saludo, sino de socorro. Oliver y Trino se habían chocado en vuelo. Al volver la cabeza vi como los dos parapentes entrelazados se iban al suelo en un barrena de la que no podían salirse. Vi como Trino giraba de espaldas mientras Oliver lo hacia de frente. ¡El paraca! les chilló el Alcón, pero estaban muy cerca del suelo, oí el impacto contra el suelo....lo que pasó déspues no quiero recordarlo.

La semana pasada estuve viendo a Trino, está en un Centro médico en Redovan muy cerca de su casa. Su estado es igual que hace dos años y medio, sigue en coma, tiene los ojos abiertos aunque inmóviles. Cuando le cogí la mano me la apretó con fuerza y, cuando le di un beso, sus ojos brillaron........


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Al leer este viaje inacabado sólo me viene a la cabeza una canción de Fito..."no sé vivir sólo con cinco sentidos....este mar cada vez guarda más barcos hundidos".Hay que aprender a vivir con muchos recuerdos buenos y con muchos malos.Un beso para Trino.

Anónimo dijo...

Que vida tan injusta don ibais a pasarlo bien como en tantas otras ocasiones que acabara en tragedia desde aqui un beso muy grande a todos los que estubisteis alli presentes en especial a trino y a sus familiares mucha fuerza para seguir adelante hasta siempre

Por que contententarnos con vivir a rastras si sentimos el anhelo de volar